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  • A.D.LUCA

¿Cómo un libro puede cambiar tu vida?

La relación entre un lector y un libro es tan única como la de un escritor con sus creaciones. Cada lector vive estas creaciones de forma diferente, así un mismo libro puede producir emociones intensas que nos permiten conectarnos con nosotros mismos; o nos puede llevar a viajes fantásticos que nos inspiren a realizar los nuestros; o incluso nos pueden plantear objetivos que hacemos propios. Esto último me pasó con el libro de Isaac Asimov, Los Límites de la Fundación.

Este libro parte de la serie Fundación, o Ciclo de Trantor, es la cuarta entrega del autor, fue publicado en 1982 y me inspiró a definir mi primer objetivo profesional.

En dicho libro uno de sus personajes, el Orador Gendibal a quién podemos ejemplificar como un ministro, fijó un objetivo profesional cuando era muy joven, se encontraba en una entrevista para la Universidad Galáctica de Trantor donde contestó resuelto "Quiero ser Primer Orador antes de cumplir cuarenta". Entendemos como Primer Orador a un presidente.

Al inicio de la novela, al Orador Gendibal, le faltaba un peldaño para lograr su objetivo y parte de la trama se enfoca en las luchas de poder que debe enfrentar para lograrlo.

Luego de leer esta novela, comprendí el valor de los objetivos verdaderos, no aquellos que se podrían alcanzar en unos días, semanas o meses, sino esos trascendentes que podemos lograr en años. En esa época yo había sobrepasado levemente el segundo decenio de mi vida y fijé un objetivo desafiante, pero alcanzable. Dije: "Voy a tener una gerencia antes de cumplir 30 años". Pero que necesitaba para lograrlo, bueno muchas cosas: primero debía obtener experiencia, así tracé mi carrera desde actividades operativas a supervisión, hasta llegar a una jefatura, al igual que el Orador Gendibal me encontraba a un peldaño de lograr mi objetivo; luego, conseguir el respaldo académico, un título técnico no era suficiente y saque mi segundo título de ingeniería, concluí mi educación formal años después con un MBA; finalmente debía hablar más de un idioma, debía mejorar mi inglés y así lo hice.

Tras años de esfuerzo, constancia y perseveración llegó mi oportunidad y a los 28 años, dos años antes de lo planeado, obtuve mi primera gerencia. Han pasado más de 20 años y sigo administrando equipos de trabajo, ahora en otros roles de más responsabilidad, pero con el mismo ahínco que cuando tenía 28 años.

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